Sonidos
El ruido impertinente provocado por el tren de las 2 de
la mañana, se anotaba a la lista de elementos que componían la noche.
El ladrido lejano de los perros, el pitido del guardia de
seguridad que pasa en la bici.
La vibración del motor de la heladera hace rato que está
en la lista, se inscribió junto al ventilador por similitud de onda y
temporada.
Las ramas de los árboles de la plaza de enfrente son más
inconstantes, a veces vienen prepotentes con la energía de los vientos del sur
que anuncian una tormenta. Esas noches, el techo reclama atención por las gotas
de lluvia y su sonido característico. En la lista pretende un espacio destacado
porque afirma ser un pariente cercano a la música. Y algo de razón tiene.
Y así la lista de sonidos nocturnos se va completando
para ser enumerados en mi mente como si un preceptor imaginario tomará
asistencia:
viento? Presente, ramas? Presente, gota de canilla por
reparar? Presente la puta que te pario....Comooo? Presente, esta semana te
reparo.
Respiración? .... Respiración? Alguien la escuchó?
El silencio, amo absoluto de la lista sonríe desde el
ultimo banco, como buen repetidor es número fijo en la lista de la noche.
Sabe que su presencia es una mezcla de inseguridad y
miedo.
Silencio empieza a hacerse eterno y respiración no
aparece.
Casi como un ruego mi mente grita su nombre en la lista:
RESPIRACIÓN!
Presente, dice al fin, mientras insomnio, penúltimo en la
lista se estira y dice :¿arranco?
No espera autorización, jamás lo hace.
La noche sabrá cuanto protagonismo le dará.
Es viernes, y el cerebro lo sabe.
