Entradas

La casa del árbol

Imagen
Dicen que la ansiedad aparece cuando nos damos cuenta de que el tiempo existe.  Cuando somos niños, el tiempo es una variable que no encaja en la fórmula diaria  Son los mayores los que se esfuerzan por ubicarnos en la realidad, en los riesgos de la vida, como el cuco si no tomamos la sopa. Cuando somos adultos nos sumergimos en ese mundo de señores preocupados y señoras enojadas y adoptamos el rol que nos toca representar, tratando de cumplir los mandatos impuestos por la sociedad para no ser mal visto. Lo que nunca nos advirtieron es que este mundo adulto viene superpoblado de momentos de tristeza y soledad, de estrés de desazón. De cientos de batallas perdidas y por perder. Sin embargo, mis queridos chichipíos, tengo un secreto para contarles: esa magia única de la niñez sigue ahí presente. Está escondida muy dentro nuestro, como el hueco de aquel árbol en el fondo del patio de la abuela donde llevábamos unas galletitas y un vaso de jugo y se transformaba en nuestro mejor y...

El club fantasma

Imagen
  En el corazón del barrio, donde las calles se cruzaban formando una cuadrícula de sueños y recuerdos, se erigía una vez el Club Deportivo "El Ferrocarril". Un gigante de cemento y sueños que albergaba las hazañas de cientos de pibes que soñaban con ser estrellas del fútbol. Pero, como tantas otras historias de gloria marchita, el club se convirtió en un fantasma, un vestigio de un pasado que se resistía a morir. Las puertas, alguna vez repletas de la algarabía de la hinchada, ahora estaban selladas por el óxido del tiempo. La pintura, otrora roja y vibrante, se había descascarado, dejando al descubierto el esqueleto de ladrillo y cemento. La maleza crecía sin control, invadiendo el campo de juego como aquellas hinchadas después de ganar un partido chivo y transformándolo, ahora, en un laberinto verde. El viejo cisne de yeso, donado por el ferretero del barrio, yacía partido en dos, su cabeza sumergida en una ciénaga que había sido el pozo de la pileta social, un proyect...

La Pileta

Imagen
 Manuel estacionó su coche a unos metros de la entrada del club, bajó el bolso del baúl y activó la alarma. Cruzó la calle que a esa hora estaba con muy poco tráfico. “A las ocho de la mañana esto debe ser un infierno de pibes”, pensó, recordando las mañanas con colonias del verano. Se acercó a la garita de entrada y la seguridad le pidió el carnet. Metió la mano en el bolsillo externo del bolso, lo sacó y le sonrió tontamente. El tipo solo lo miró solo para corroborar que la foto correspondía a la cara del portador. -Bueno…que lindo que arrancamos…murmuró sin poder resistir al malestar que le produjo el silencio. Entró por el pasillo y camino unos metros hasta la segunda recepción. Por suerte estaba vacía y la automatización lo liberaba de cualquier ser humano mal levantado. Tipeó su documento y al dar enter la valla se destrabó para que pudiera pasar. Hacía rato que no tenía ganas de hablar con nadie, por eso había elegido natación. Entró al vestuario y buscó un l...

Truco

Imagen
 Se me apareció sentado frente a mí en la mesa. No lo escuché llegar, ni sentarse. Como siempre en realidad. -Das vos. Dijo sin mediar otra palabra. Ya no me asustaba su aparición ni su presencia ni su aspecto. Evidentemente se había tomado como algo personal mi futuro. Las cartas que un segundo antes estaban semiordenadas para el solitario, ahora eran una sola pila listas para ser mezcladas. -¿La apuesta? Le pregunté inocentemente - La misma de siempre, no me vengas con boludeces. - Epa, que humor. ¿Que pasó, no te pagaron los royalties de los Rollings? Lo pinché sabiendo que odiaba esa canción. -Ah, estas en vivo hoy. Conoces bien la historia, te la conté en persona y sabes que su longevidad nada tiene que ver con esa canción ni otra simpatía por mí que nombren. Pura lirica. -Claro, preferís llevarte un cordero de esta manera, le dije señalando la mesa con las cartas listas. Cada uno ya tenia enfrente tres cartas. -Solo con vos, todavía dudo si sos un ti...

En sueños

Imagen
 Anoche mi abuelo se apareció en mis sueños. Yo estaba la jugando a la pelota con otros chicos, pero también habia otras personas mezcladas y que jugaban muy mal. Era como si nos tropezáramos en el apuro de hacer las jugadas, todo muy torpe. Nos llevábamos por delante la pelota, sin una lógica ni sentido   Entonces, mágicamente aparece él Y me da un pase. Pegándole a la pelota con la cara interna del pie. Con esa parte con la cual le das precisión al pase. Y me hablaba con voz serena, como los viejos maestros. Solo decía. -Así. Simple. así. Yo podía ver sus pies con los tradicionales mocasines, color negro, en la posición perfecta para golpear la pelota. No podría diferenciar la edad de los que estábamos en esa cancha. Pero si podía sentir   que no importaba la edad, que, como dicen, aunque los tipos tengan 5 o 90 años, si tiras una pelota , JUEGAN Sea en sueños, aunque sea un instante, somos felices. Vivir con felicidad. Sobretodo cuando l...

*Niño perdido*

Imagen
 A uno siempre se le adelanta. Siempre. Y es que por más que te sumerjas en ensayos teóricos, acumules consejos de todos los que te rodean y ensayes a puertas cerradas cómo será el momento, jamás estás preparado. Los que ya han cruzado este puente -los sobrevivientes- te miran con esa  sonrisa cómplice, a medio camino entre la lástima y la complicidad, y te  aconsejan. Te entregan una suerte de pésame anticipado, como si se te viniese encima el fin del mundo, o algo peor. Sentirlo es como estar en el ring, mirando fijo a esos ojos intimidantes de Mike Tyson.  Y, sí, ya sé que Tyson es un boxeador del pasado, pero, diablos, nadie daba un puñetazo como él. Te plantas allí, en posición de defensa, esperando el golpe, el maldito uppercut que te manda a soñar con los ángeles. Te juras preparado. Pero cuando finalmente llega el golpe, ya has pasado una eternidad en la lona, viendo estrellas, lamentándote por la falsa confianza que te diste. Así es, más o menos, como veo la...

La carta

Imagen
 “El tiempo puede ser eterno, Pero no fue eterno tu amor, buscando nuevos caminos, te fuiste a pesar del desamor” Mercedes Andrea Bifardi había nacido en una familia acomodada de Buenos Aires, allá por agosto del año 1923. Segunda hija de Don Eugenio Bifardi y Doña Mercedes Aguirre, fue durante muchos años, la niña consentida de sus padres y de su hermano Ernesto. Desde muy pequeña fue devota de la iglesia de Santa Felicitas, la historia de Felicitas Guerrero, la joven y pudiente mujer asesinada por el dandi Enrique Ocampo, tio de las famosas escritoras, y en memoria de quien sus padres levantaron el templo apenas cuarenta y siete años antes que ella naciera, realmente la subyugaba y muy en el fondo se le mezclaba la instrucción católica que el Padre Enrique le profesaba con las historietas picarescas que sus primas mas grandes chismoseaban los domingos en la gran habitación de su madre, luego de la tradicional cena familiar. Andrea, como la conocían todos; Mercedes había queda...